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MUSEUM OF ART ANTONIO PAREDES CANDIA
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CARLOS PONCE SANJINES

Nació en La Paz el 6 de agosto en 1925 y falleció el 18 de marzo de 2005 víctima de un cáncer que lo había quejado los últimos cuatro años de su vida. Estudió en el Colegio San Calixto en la ciudad de La Paz. Abandonó sus estudios de Derecho para estudiar arqueología en la Universidad Nacional de Argentina. Después de la Revolución de 1952 llegó a ejercer la Dirección del Instituto Indigenista Boliviano. En 1953 fue designado Oficial Mayor de la Alcaldía de La Paz. En 1957 fue Director del Instituto Indigenista; el mismo año organizó la Primera Mesa Redonda de arqueología y creó el Centro de Investigaciones Arqueológicas de Tiwanaku (CIAT) con lo que se inician distintos estudios arqueológicos e históricos sobre Tiwanaku en los cuales Ponce es pionero. Uno de los logros más importantes del investigador paceño, nacido en mayo de 1925, fue conseguir, a través del impulso de sus estudios, la declaratoria de las ruinas de Iskanwaya (La Paz) como monumento nacional. Pero fue Tiwanaku el lugar al que Carlos Ponce Sanjinés dedicó su pasión científica y cuyas investigaciones lograron para él varios reconocimientos nacionales e internacionales. Con sus propios recursos, el arqueólogo, que a lo largo de su vida escribió más de 50 títulos, comenzó en la década de los 50 las excavaciones en la población altiplánica, donde fundó el Centro de Investigaciones Arqueológicas Tiwanaku (CIAT). Pronto, los trabajos dieron fruto. En el pozo H-13, Ponce Sanjinés halló una de las estelas CARLOS PONCE SANJINÉS Biografías www.educabolivia.bo Página 2 mejor conservadas de Tiwanaku. Posteriormente, la pieza arqueológica se denominó monolito Ponce. Fueron varias las décadas que el arqueólogo nacional dedicó con pasión a la construcción de lo que hoy se conoce como el Complejo Arqueológico de Tiwanaku, logrando restaurar el edificio público de Kalasasaya e iniciando las excavaciones de la pirámide de Akapana. En 1975, Ponce fundó el Instituto Nacional de Arqueología (INAR). Antes de morir, en su lecho de agonía, recibió el Cóndor de los Andes, máxima distinción del Estado boliviano, por su contribución a la investigación arqueológica en nuestro país.